viernes, 20 de febrero de 2009

Una historia del campo. ( II )

Aquello de pegar unos tiros le sonó a algo así como; Ya verás cuando te pille, pero como su pene aún sufría los estragos de su mancillamiento mañanero a cargo de su tía ni se le ocurrió abrir la boca para preguntar qué es lo que se proponía hacer la buena señora. Se lo imaginaba.
No hacía ni veinticuatro horas que estaba en el pueblo y ya había tenido más actividad sexual que en los últimos seis meses en la ciudad, y menos mal que recordó que su tío le había indicado que ya no estaba para esos menesteres, sino, ya se veía con un culo de estreno antes de que llegara la noche.
Se vistió con el pensamiento de darse una ducha, su cuerpo olía a sudor de macho cabrío y no sabía muy bien si era por el olor de los animales de la cuadra o por los sudores de los dos fogonazos con la Rosalía, en todo caso un buen lavado no le vendría mal. Afuera hacía una mañana radiante, temperatura agradable y cielo despejado que diría el Montes De oca, de presencia humana ni sospechas, igualito que en la ciudad pensó. Se encaminó a la casa de su tío, la puerta estaba abierta, allí por culpa de los ladrones no perdían el sueño por lo que se veía, entró directo hasta la cocina y no halló a nadie, tampoco es que se sorprendiera. Rosalía estaba en el campo con los animales, su tía ya le había dado a entender que hasta medio día su tío no estaría por lo que solo le quedaba vérselas con ella,¡ ufffff,que repelús! A ver si a la señora, que por cierto no se acordaba de su nombre y eso que era su tía, se le ocurría pegar esos tiros esa misma mañana, se frotó instintivamente sus partes nobles que le escocían un poco después de tanto ajetreo sin avisar, mejor dejar las prácticas de tiro más para adelante, no sea cosa que se encasquillara el arma por uso inadecuado se dijo para sus adentros burlonamente justo cuando la voz de su tía le dio un susto de los de verdad al llegar por atrás de improviso y decirle; ¡Que!, ¿ya te has levantado? ¡Pero hombre no tenías necesidad! Si ya te iba llevar yo el desayuno a la cama. ¡No, no, no! Si no hace falta tía, usted no se preocupe que yo estoy acostumbrado a madrugar. Sí hijo sí, pero estarás cansado del viaje y de los viajes…. Aquello último lo dejó caer con sorna y sin disimular, allí se veía que se las gastaban sin rodeos y el no supo que contestar más que un balbuceo sin sentido alguno.
Siéntate a la mesa que ahora mismo te sirvo el desayuno, necesitarás reponer fuerzas y más ahora que vas a vivir entre nosotros, ya te darás cuenta que la vida aquí no es como en la ciudad, aquí se hacen las cosas de otra manera, se trabaja más y tú que eres joven nos vendrás muy bien, sobre todo a la Rosalía y a mí……. ¡Madre mía! Que va a ser verdad que el fusil tiene que disparar todavía esta misma mañana…
Tía, ¿en dónde me puedo dar una ducha? le preguntó para variar el rumbo de los acontecimientos, la mujer se le quedó mirando con un gesto de incredulidad que más bien parecía que le había preguntado por el misterio de la santísima trinidad. Aquí no nos duchamos hijo, aquí cuando nos tenemos que lavar utilizamos el barreño, agua caliente tienes en el pote y al lado de la cuadra hay un cuarto que utilizamos para que no nos vea nadie, para cagar, por si me lo preguntas, solemos cagar de campo al igual que para mear, papel para limpiarnos el culo si tenemos, hasta ahí llegamos.
El acabose no, pero aquello empezaba a ser como un reality de esos que programan en las televisiones basura, o lo estaban vacilando o argumentos para su novela tenía de sobra. Desayunó lo mismo que había cenado más un vaso de leche de cabra que casi lo tira para atrás por falta de costumbre, de gastronomía no es que estuvieran en la vanguardia pensó, pero mejor no decir nada que ya tenía suficiente de momento, ya habría tiempo de encaminar las cosas, o no.
Mientras desayunaba su tía le preparó el baño, es decir, le llenó un barreño de cinc con agua caliente en el cuartucho que hacía de lavabo, le dejó una toalla estilo María Castaña colgada de una punta en la pared y un trozo de jabón de los que en la ciudad valen un dineral por ser caseros, de esos que son unos tochos cuadrados y que si no tienes cuidado y te caen en un pie te revientan un dedo fijo. ¡Bienvenido a la vida en el campo Manuel!, se dijo para sus adentros, y menos mal que sus tíos eran de los que más medios tenían en la comarca le habían dicho sus padres, con razón su madre le dijo que en menos de un mes estaría de vuelta, ¡y un cojón! Mañana mismo se largaba. Cerró la puerta pensando que tendría un pestillo o algo para evitar que nadie la pudiera abrir desde afuera, ¡Ja! Mucho lujo era ese, cerró la puerta pues sin más y en la cabeza le empezaron a rondar las palabras de su tía, es que lo de pegar unos tiros le había llegado al alma.
Se desnudó y sintió como un airecillo que provenía del techo le ponía la piel de gallina,¡ claro!, si entre la pared y el techo de uralita había una separación de varios palmos en uno de los laterales, desde luego en pensar hacer las cosas con inteligencia tampoco empleaban mucho el tiempo, porque en invierno tenía que dar un gusto bañarse allí que no veas, aunque bien pensado tampoco es que las normas sociales en lo referente a la higiene fueran determinantes para su familia por lo que podía ver, seguro que si les olía el sobaquillo no se ponían malas caras los unos a los otros, si aguantaban el olor de los animales lo aguantaban todo.
Por lo menos el agua estaba a una temperatura estupenda, se sumergió en aquel barreño hasta donde buenamente pudo, que no fue más que hasta la cintura y en cuclillas, pero se agradecía el baño. En esas estaba hasta que una voz desconocida le sorprendió bruscamente, una cabeza de mujer que se asomaba por el hueco del techo parecía ser la culpable de tal susto, ¿qué, está buena el agua Manuel? ¡Anda la ostia! y quién narices será esta se preguntó mientras se llevaba las manos a sus genitales. ¡Nada! Tú no te preocupes y sigue a lo tuyo, yo soy la vecina de más arriba y solo venía a verte para saludarte, ya veo que te cuidaron bien tus padres en la ciudad, talla no te falta, ¡No señor!, esperemos que salgas como tu tío, que ya nos hacía falta un hombre sano y joven por aquí, bueno, en paz y sigue a lo tuyo que no quiero molestarte, a casa de tus tíos me voy y luego ya nos vemos.
Pasaron por lo menos un par de minutos antes de que Manuel reaccionase, y eso gracias al frio que tenía al estar allí de pie con las manos tapando sus virtudes. ¡Qué fuerte! Pero eso solo era el principio, la voz de su tía lo llamó sacudiéndole el pasmo para darle otro peor.
MANUEL, termina ya que las vecinas han venido para saludarte, APURA hombre que están deseosas de ver un buen mozo por el pueblo……………
¡Virgencita, virgencita!, que me quede como estoy. Y eso que el día no había hecho más que empezar.


Mareaxe.

2 comentarios:

  1. Joder con la tia y las vecinas jajajaja.Pasate por mi blog el mimo -premio tambien lo comparto contigo.Tienes que decir la persona que te lo mando ,8 sueños y darselo a otras 8 personas.
    Un saludo amigo

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  2. Refleja toda esa idiosincrasia de los pueblos y sus habitantes. Muy cómico.

    Un saludo.

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