martes, 27 de enero de 2009

La mala suerte- Relato corto.

Samuel se dispuso a subir los trescientos quince escalones que separaban la entrada del edificio de la azotea, no tenía prisa y se prometió a sí mismo que en la peculiar escalada repasaría una vez más todos los condicionantes que le habían conducido a aquella situación. Repasó primero sus errores profesionales de forma meticulosa pero no halló motivos punibles, por lo que la razón más lógica que se podía atribuir a su despido era la mala suerte que le acompañaba desde pequeño y que la empresa había decidido prescindir de personal y él fue el único damnificado. Siguió luego con los errores en su matrimonio pero ahí era incluso más complicado encontrar motivos por los cuales su mujer se había escapado con su hermano Jaime, siempre había sido bueno con ella, dándole todo lo que pedía y dejándole su espacio para no agobiarla, incluso cumplía con sus obligaciones conyugales haciéndole el amor una vez por semana, tenía que ser pues su mala suerte la culpable una vez más. Como quiera que sus recursos económicos eran nulos por ser un afectado de la estafa de los fondos basura americanos tampoco ahí profundizó mucho, porque había que ser cenizo para invertir todos sus ahorros justo dos semanas antes de que estallara todo el escándalo, mala suerte se dijo a sí mismo y de la familia ya no hablemos pensó, ¡Mira que atropellar a su madre matándola en el acto cuando esta cruzaba por un lugar inadecuado justo cuando él pasaba por allí es de locos! Era lógico que su padre ni le hablase, no creía que su hijo fuera víctima de tanta mala suerte, pero así era. ¡En fin! Había llegado a la azotea y visto lo visto no tenía sentido prolongar la cuestión así que con mucha templanza se acercó al borde y sin pensárselo dos veces se arrojó al vacío, notó el viento rozándole con fuerza y creyó experimentar una sensación de libertad que le reconfortaba el espíritu. La caída fue rápida y en cuestión de apenas unos segundos… ¡ZAS! ¡PERO COÑO! ¿De dónde ha salido este, no era un simulacro?
Efectivamente, Samuel era un cenizo de esos que todo lo que intentan hacer les sale mal, porque ya me dirán que arrojarse desde la azotea del edificio más alto de la ciudad para suicidarse, y que justo en ese momento un retén de bomberos estén con la lona hinchable haciendo un simulacro no es ser cenizo.


Mareaxe.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu regalo y por encontranos.

    Nos leemos.

    Javier

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  2. Gracias por tu relato-regalo. Nos leemos.
    Un abrazo

    Javier

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