domingo, 25 de enero de 2009

Mi religión

De un comentario en un post de una excelente escritora, María Jesús Almendro, he reflexionado sobre las religiones y lo condicionadas que viven muchas personas que someten sus vidas a los preceptos que estas imponen a sus adeptos. Pido perdón si a alguien molestan mis opiniones. Esta es mi reflexión:
La carencia de creencias religiosas es lo que hará que la humanidad sobreviva a sí misma. La naturaleza que es la que regula la vida no es ni buena ni mala, somos los humanos los que determinamos que es lo que está bien y lo que no, pero nos olvidamos de que somos una especie que ha evolucionado, así de simple. Creer en la bondad del ser humano como algo inherente a su existencia es lo mismo que creer en papá Noel o los reyes magos y para mí, la creencia en dioses, sean estos de naturaleza buena o mala solo es el síntoma de un miedo atroz a la muerte, de una forma de negar la evidencia de que somos energía y poco más. Respeto eso sí a los creyentes, yo mismo creo, pero no en un dios ni en mitos que si se me permite decir, es lo que son las religiones, una agrupación de mitos que solapan una realidad mayor, la de que no debiera existir miedos que sirvan para doblegar la mente de nuestros semejantes. Solo el respeto hacia nuestros congéneres conseguirá que la vida sea mejor, no puedo permitir tirar comida en buen estado por el simple hecho de hartazgo mientras hay gente muriendo de inanición, aquí no intervienen dioses ni creencias, es la avaricia y la maldad y eso no se cura con rezos ni plegarias. Educación y respeto hacia la vida y la naturaleza, respeto hacia uno mismo y más capacidad de ponerse en el lugar del otro. Las ostias consagradas solo lo son en la mente de quien lo cree así y ahí reside otro de los grandes fraudes, precisamente en la mente. Si creemos que estamos enfermos aún sin estarlo al final lo estaremos, si creemos que algo nos hará mal nos lo hará, es por eso que como digo en un poema; Tomémonos con calma el elixir de la muerte, porque no sabemos medir el precio del tiempo, no podemos.
Las religiones han evolucionado a través de los tiempos en la medida que el ser humano lo ha hecho, pero la figura de un ser creador omnipotente es relativamente joven si consideramos la existencia del hombre más o menos como tal. Antiguamente eran los elementos los que dictaban nuestras creencias, pero en la medida que hemos comprendido y utilizado a los mismos hacia nuestro provecho, estos han dejado de ser un temor por lo que se necesitaba un algo que aglutinase el suficiente poder de doblegar nuestras conciencias, ahí nacen los dioses.
El ser humano sobrevivirá en la medida que sepa superar sus miedos místicos y reconozca su condición de mortales. La vida es bella si se tienen los medios para disfrutarla, de no ser así, como le ocurre a la mayor parte de la humanidad, la vida es una mierda y punto. Menos dioses y más voluntad de poner en marcha eso que llamamos humanidad, idolatremos esa idea. No tenemos nada que perder.

3 comentarios:

  1. Mucha razon tienes amigo mio ,la gente vive demasiado preocupada por un Dios que en mi franca opinion no existe.
    Discusiones que tengo con creyentes (siempre respetandoles),son que si tan misericordioso es no permitiria las atrocidades que se cometen en su nombre como por ejemplo la de Gaza.Ni por supuesto la matanza de niños ni otras muchas cosas.Como siempre un placer leerte Jose Manuel

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  2. No lo creo así.
    La religión es el camino que nos guía a una realidad trascendente. Sin religión nos quedamos sin vía, y sin vía en la oscuridad, que es precisamente lo que pasa en la actualidad.
    Nosotros los humanos no creamos normas, estas existen de atrás son preexistentes. Los humanos somos muy imperfectos para que podamos crear una realidad mínimamente sólida.
    Sin duda seguir una fe religiosa es un "fastidio". Pero es el canon que hay que pagar para ser mejores... no sólo aparentar ser mejores.
    Un saludo... y espero no haberle sido molesto.

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  3. Querido Arcana Mundi, no me molesta tu opinión, al contrario, las civilizaciones tendrían que regirse por el principio de la educación y la confrontación de ideas, pero respetando mucho lo que dices creo que debo contestarte que las realidades trascendentes solo lo son para quienes quieren creer en ellas. Se mueren los cristianos, los judíos, los musulmanes y los no creyentes también, esa es una realidad incontestable, lo demás es todo relativo y viene condicionado por la educación y la cultura de cada individuo, por ejemplo, existe una tribu en África en donde los hombres se infligen un corte en el pene para simular la menstruación de las mujeres, porque su forma de organización tribal es el de un matriarcado y los varones no tienen el peso social que los varones de otras civilizaciones tienen, incluida la nuestra.
    Para no desviarme del tema que nos ocupa añadiré que en efecto las normas son preexistentes, ¡Y tanto! Son las normas establecidas por la naturaleza y no por ningún Dios o conjunto de dioses. Como mucho, los humanos somos los seres más evolucionados de este planeta, pero es debido a un proceso lento de miles de años y no por la idea de creación instantánea por un ser superior, hay además una coincidencia entre las distintas religiones que me molesta bastante, y es el hecho de que en todas (hablamos de las religiones mayoritarias) el papel de la mujer es secundario cundo no inexistente o vejatorio, solo por eso ya se debería rechazar toda idea de creación divina.
    No quiero establecer ningún discurso en contra de las religiones, cada cual es libre tanto de creer como de no hacerlo, pero te recuerdo que por ejemplo el limbo fue un invento cristiano con el cual atormentaron a miles de personas, el purgatorio igual y del demonio ni hablamos. Créeme si te digo que en materia de cristianismo estoy algo puesto y no, a mí no me convence la idea de un ser supremo que nos aguarda hasta el día del juicio final para juzgarnos. Tú lo has dicho, somos imperfectos y por lo tanto si somos una creación divina que se juzgue el creador a sí mismo por crear algo imperfecto y luego pedirle cuentas.
    Un saludo respetuoso de una persona que admira tu forma de expresarse.

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