domingo, 21 de diciembre de 2008

¿SEREMOS NOSOTROS ELEFANTES?

Leí un cuento una vez que me parece merecedor de ser conocido por todos, dice así:
En una ocasión un pequeño circo llegó a un pueblo para actuar durante unos días, como cabría esperar los niños fueron los que más se alegraron de la inesperada visita. Como quiera que la primera función fuera en horario de tarde y la mayoría de los papás estuvieran trabajando, la tarea de acompañante de los pequeñuelos recayó mayoritariamente en la figura de los abuelos.
Adrián,-que así se llama el protagonista de este cuento- acudió al espectáculo acompañado de su yayo, y como se esperaba no perdió ni un detalle de todo cuanto ocurrió en la pista del circo. Todo le gustó y con todo se entusiasmó pero, de todas las cosas increíbles que vio ese día lo que más le llamó la atención fue la figura de un gran elefante que hizo las delicias de Adrián con su demostración de fuerza.
Ya al día siguiente en la hora de la comida, Adrián le preguntó a su madre lo siguiente; mamá ¿Por qué el gran elefante está sujeto solo con una pequeña cadena atada a una pequeña estaca que está clavada en el suelo, si es tan fuerte y se puede escapar? La madre que evidentemente no se esperaba semejante pregunta no supo que responder y le dijo que se lo preguntara a su padre, Adrián fue hasta junto su padre como le dijo su mamá y le hizo la misma pregunta que a ella, y como a ella, la pregunta le cogió de sorpresa y no supo que contestar, así que mandó a su hijo a que le preguntase al yayo. ¡Abuelito, abuelito! y le repitió la misma pregunta que sus padres no supieron responderle, pero en caso del abuelo que tampoco sabía la respuesta, se encontró con lo siguiente; No lo sé Adrián, pero mañana iremos al circo y se lo preguntas tú mismo al domador, ni que decir tiene que esto entusiasmó a Adrián hasta el punto de que las horas que transcurrieron hasta su nueva visita al circo le parecieron eternas.
Ya en el circo al día siguiente y gracias a la cortesía del domador, Adrián pudo preguntarle aquello que tanto le intrigaba. ¿Por qué el gran elefante está sujeto solo con una pequeña cadena atada a una pequeña estaca que está clavada en el suelo, si es tan fuerte y se puede escapar? El domador lo miró fijamente y le respondió: Verás, cuando el elefante no era más que un pequeño elefantito le pusimos esa misma cadena atada a esa misma estaca, y él todas las noches intentaba escaparse tirando con todas sus fuerzas, pero como no era todavía lo suficientemente fuerte para romperla, se dormía cansado y frustrado, así una noche tras otra hasta que un día decidió dejar de intentarlo, naturalmente si lo intentase ahora lo conseguiría pero para él ya es una cuestión imposible después de tantos fracasos. Así de simple.
Adrián se fue para su casa convencido de la explicación del domador y seguro de una cosa, a él por mucho que “las cadenas de la vida” lo mantuvieran sujeto, jamás se rendiría y seguiría intentando romperlas, pues el que en muchas ocasiones no se pueda hacer algo por muy difícil que parezca, no significa que no se pueda hacer.
Y esta explicación o moraleja es muy importante para todos y más hoy en día que parezca que todo se tuerce. Los gobernantes nos tratan como a ese elefante y nosotros no debemos permitírselo. Por muy difícil que parezca hacer una cosa, si se intenta una y otra vez al final es posible que se consiga hacer, y si no, por lo menos que no se diga que no lo intentamos con todas nuestras fuerzas sin rendirnos.

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