domingo, 21 de diciembre de 2008

Superioridades morales.

Creo que por ahí tengo un comentario sobre la superioridad moral de algunos individuos y mi opinión sobre el tema. Quiero decir hoy que me repatea y mucho la actitud de ciertos individuos que se creen tocados por un halo de divinidad o superioridad que me repele.
En el ejercicio de libertad de expresión que este medio de comunicación nos brinda y al que yo (es evidente) me sumo, hay personas que publican sus textos con un total desprecio hacia sus congéneres que asustaría hasta a los miembros de un clan mafioso. -Se ve que Franco ha dejado una huella perdurable e indestructible en nuestra sociedad.-
Yo soy hijo de personas trabajadoras, decentes, ¿Y Por qué no decirlo? humildes, pero de personas al fin. Quizás mi nivel cultural (de tenerlo) sea exiguo, casi nulo o imperceptible para personas de bien e ilustradas, pero como sé que somos mayoría las personas que podríamos engrosar este noble club (de existir tal club) de “alfabetizados por los pelos”, quiero reclamar para mí y mis congéneres un poco de respeto por parte de las personas a las que se ve les molestamos por el simple hecho de existir.
Les recordaría a algunos que si bien una catedral necesita para su construcción de una idea y su arquitecto, sin buenos maestros de obra, trabajadores cualificados, peones y aprendices la misma no se levantaría sola ni con el simple pensamiento de su diseñador. Es posible que algunos se piensen que la figura del arquitecto es la importante y la predominante, pero sin lo otro solo sería como el ruido de un árbol que se desploma en un bosque inhabitado, es decir, una figura supuesta sin predominio sobre nada ni nadie, una idea quizás, una nadería.
Quédense los arquitectos-Me refiero a arquitectos de forma figurada- pues con sus ideas, sus estudios y sus repulsiones hacia quién obra en verdad lo que ellos solo son capaces de soñar, a mi dejarme la sabiduría de quien se sabe que no es más que nadie, de quien ha aprendido de maestros que fueron alumnos y no de dioses, de quien respeta al otro porque el otro no es más que uno como él.
En este país hay mucha superioridad moral, mucha altivez y demasiados arquitectos, pero la noria gira y gira porque nosotros somos los que nos movemos. Que no se olvide nadie.

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